ANTECEDENTES:
La arquitectura del pasado deja rastros, huellas, en contornos y perfiles que en muchas ocasiones me detengo a observar, para imaginar cómo había sido ese lugar, ahora silueta, no lugar, paisaje urbano dibujado sin quererlo, más bien deconstruyendo lo que fue, para reinventar uno nuevo.
No son monumentos o lugares históricos, ni sitios declarados patrimoniales, son trozos de vidas, de casas que acogieron vidas extinguidas. O vidas que acogieron casas extinguidas.
Algunas medianeras se han reconvertido en murales artísticos. En Barcelona, las hay de Brossa, Junoy, Pere Jaume, Salvat-Papasseit, o hiperrealistas, pero yo hablo de aquellas que representan lo que fue sin recuperarlas ni transformarlas, aquellas que dejaron huellas impersonales, representando un pasado que puede ser el de cualquiera de nosotros.
Clorindo Testa afirmaba que las medianeras servían para darle a la gente la posibilidad de improvisar abriendo ventanas: "aparecen las pequeñas ventanitas que van creciendo, como genéticamente, siguiendo un orden dado por la distribución de los departamentos."
Aquí todo está pensado para ser reemplazado, y esa libertad de abrir ventanas indiscriminada queda prohibida por ley. Tal vez pase también en Buenos Aires, solo que allí la ley se infringe por decreto.
LOS CONTORNOS DEL PASADO:
Historias de las que permanecen rastros, que desaparecerán como una ráfaga, son los vestigios del paso por un lugar, el lugar en el mundo que alguien habitó.
Tal vez se me haya ocurrido dedicarme a esta tarea, la de construir un lugar, porque deja una huella de los que la habitaron, al menos en el recuerdo. Los detalles pueden ser una chimenea que les abrigaba y les permitía comer caliente.
El respeto por el hábitat se perdió por la especulación capitalista. Pero no se trata aquí de entrar en este tema. Sólo imaginar qué, quiénes, cómo habitaban a través de las siluetas del pasado.
Lo perentorio del caso lo demuestra el hecho que solo se podrá contemplar hasta que llega el futuro edificio y el perfil de la escalera quedará escondido para siempre.
Merece la pena acercarse y observar el detalle |
Ante este fugaz paisaje urbano, merece la pena detenerse aunque no aparezca en las guías de turismo, ni en los itinerarios indispensables para visitar en cualquier pueblo o ciudad. Forman parte de un imaginario colectivo que desaparece según llega el futuro.
MCLP - Barcelona, julio de 2013